miércoles, 14 de abril de 2010

La Candelaria en Puno

La "Mamacha Candelaria", "Mamita Canticha", "MamáCandi", entre otros nombres populares, es la Patrona de la ciudad de Puno. Y está asociada a la Pachamama (culto a la tierra), el lago Titicaca, las minas y el trueno; además de simbolizar, la pureza y la fertilidad. En ella convergen también las esperanzas de los desvalidos y la tenaz fe de los creyentes.


Ha llegado el día esperado ansiosamente por todos; es el 2 de febrero, la fecha principal e inaugural de la fiesta, donde se manifiesta en pleno la religiosidad y la devoción de los puneños por la Virgen. En esta ocasión, la Mamacha es paseada en andas por la ciudad. Llaman la atención los concursos de danzas que convocan a grupos de bailes autóctonos o Sicuris, provenientes en su mayoría de las afueras de Puno.

Esta celebración dura 18 días y se presentan más de 200 danzas, en estos días se juntan hombres y mujeres, ancianos, jóvenes y niños que no cesan de bailar para la Virgen, agradeciéndole así los beneficios y milagros que les permiten seguir viviendo. En esta fiesta sin igual, la ciudad entera se une en regocijo y en un mar de color, místico y danza, ante un mudo testigo principal como son las frías y tranquilas aguas del majestuoso Lago Titicaca.



Los danzantes lucen trajes típicos en balleta o lana de oveja, deslumbrando con lo mejor de su arte y moviéndose alrededor de los músicos, formando figuras y letras con el nombre de su Santa Patrona. Acuden también los bailarines del campo, campesinos que marchan en tropel blandiendo instrumentos antiguos y modernos, ataviados con trajes de pedrería, como la "morenada", con gorros multicolores o llevando trajes que simulan cóndores y llameros; todos ellos acompañan el recorrido de la procesión.

El domingo siguiente al dos de febrero es denominado como la Octava. Al igual que la fecha principal tiene su propio Alferado y discurre la misma rutina con la única diferencia de que el desfile de la Octava se reserva a los grupos de los barrios de la ciudad de Puno. Unos tras otros los grupos bailan infatigablemente con los más cadenciosos ritmos folklóricos desde tempranas horas de la mañana hasta las ocho de la noche, mezclando energía y nerviosismo: todos desean llevarse el cetro del ganador del concurso, no por el premio sino sobre todo por alcanzar ese prestigio.



Allí no termina todo; disipadas las tensiones, la fiesta se traslada nuevamente a la calle, donde la gente disemina toda su algarabía, prolongándose la bohemia hasta que sale el sol e ilumina el cielo del hermoso amanecer serrano. Es el fin de fiesta y es largo; pareciese que nadie quiere su término. La celebración continúa aún días después de la Parada y del concurso; se observan hombres vestidos de "osos" y mujeres de "ángeles", también "diablos" durmiendo plácidamente en una banca de la plaza, esperando la noche para bailar, bailar y bailar, como en los días anteriores.



El corolario definitivo a la fiesta de la Virgen de la Candelaria es el Cacharpari, que anuncia el inicio de los carnavales y donde Puno vuelve a reír, gritar, bailar y embriagarse como lo mandan Dios y la "Mamacha Candelaria", olvidándose del mundo y sus problemas. Total, hay energías para continuar con las fiestas que vengan.

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